La Diosa Mari, también conocida como Marijaia o Andramari, es una figura mitológica de la cultura vasca. Es considerada la madre tierra y la diosa de la fertilidad, la naturaleza y la agricultura. Se cree que controla el clima y las cosechas, asegurando el bienestar de la comunidad.
Mari es descrita en diferentes formas y puede aparecer como una joven o como una mujer anciana. También se la representa con una capa de lana y un sombrero cónico en su cabeza. Se cree que vive en cuevas o en el monte Anboto, un famoso pico en el País Vasco.
En la mitología vasca, Mari puede ser tanto benévola como malévola, y se dice que se enfada fácilmente si se la molesta o se la desobedece. Se cree que puede causar tormentas, sequías y pestes como castigo, pero también puede recompensar a aquellos que le muestran respeto y le ofrecen ofrendas.
La figura de Mari ha sido venerada desde tiempos prehistóricos, y su culto sobrevivió a la llegada del cristianismo al País Vasco. Hoy en día, hay festivales en honor a Mari que se celebran en diferentes localidades vascas, donde se llevan a cabo danzas y rituales para honrar a la diosa.
En resumen, la Diosa Mari es una figura mitológica vasca asociada a la tierra, la fertilidad y la naturaleza. Su culto y adoración han sido importantes en la cultura vasca a lo largo de los siglos.
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